En cuanto a la salud menstrual es evidente que están ocurriendo grandes cambios.

Las madres ahora solemos hablar abiertamente de ello con nuestras hijas desde pequeñas, incluso es habitual realizar la higiene menstrual delante de ellas (mis hijas desde pequeñas saben dónde guardo todo y les encanta alcanzarme lo que vaya a utilizar o ver cómo vacío la copa menstrual). Gracias a las redes sociales y páginas web divulgativas, se habla más sobre ello, se visualizan y promueven productos de higiene más saludables y ecológicos, se publican libros específicos sobre el tema. Existen multitud de aplicaciones que facilitan un seguimiento mayor de nuestros ciclos menstruales. Hay más información general sobre el tema, porque ya no es un tema que haya que ocultar. Al contrario, es un tema a visualizar y a integrar realmente en nuestra vida diaria, y que para muchas mujeres puede ser la puerta que abra la reconexión con sus cuerpos.

Gracias a toda esta información y a ese necesario deseo de empoderamiento de las mujeres, el ciclo menstrual está viéndose como lo que es, un ciclo, con su serie de fases, que implican cambios físicos, mentales, sexuales, incluso sociales o espirituales. Va mucho más allá de la menstruación. De hecho, la menstruación es una fase más, el evento que abre y cierra el ciclo.

El ciclo menstrual es parte de la expresión de tu salud general. No es algo aislado que ocurre en tu cuerpo, como nada lo es. Por eso, saber reconocer si tus ciclos menstruales son sanos se convierte en algo esencial si queremos empezar a hacernos cargo de nuestra propia salud.

¿Por dónde empiezo?

Para aprender a analizar tu ciclo menstrual, lo primero es saber cómo es un patrón menstrual normal (hablo de patrón a la tendencia que siguen los ciclos, no a lo que ocurre con un ciclo puntual).  

Un ciclo, del tipo que sea, es una serie de estados que se suceden siempre en un mismo orden, llegando finalmente a un estado en que se vuelve a iniciar la secuencia, manteniendo ese mismo orden.

En el ciclo menstrual, ésta secuencia se inicia con el primer día de sangrado y termina con el primer día de sangrado del siguiente ciclo. Comienza lo que llamamos una “cascada hormonal” con la liberación de un mensajero químico (hormona) a nivel cerebral que va a circular por la sangre para estimular a su vez la liberación de otras hormonas que mandarán señales a otras partes del cuerpo. Se puede entender de forma simplificada visualizándolo como si fuera un circuito hecho con fichas de dominó: hay una primera ficha que cae y tira a la siguiente ficha, y ésta tira otra, y así, de forma sucesiva, van cayendo las siguientes. En un circuito complejo, la caída de esas fichas activarían otros caminos a su vez o desencadenarían otros eventos. En el ciclo menstrual sucede algo similar, todo esto encaminado biológicamente para albergar un posible embarazo.

Las fases de este ciclo menstrual se denominan según los cambios que se producen a nivel ovárico y/o uterino (esquematizado en la figura 1).

El ciclo comienza con la menstruación, que consiste en la salida del tejido que recubre la cavidad del útero (tejido endometrial o endometrio), mezclado con sangre.

A su vez, por estímulo de la hormona FSH (liberada por la hipófisis, una glándula ubicada en el cerebro), comienzan a crecer folículos en el ovario que producen estrógenos, y éstos, al ser liberados al torrente sanguíneo, tienen un efecto regenerador del endometrio en la cavidad uterina. Por todo esto se le dio el nombre de fase folicular y/o proliferativa. Esta fase puede ser un poco más variable en duración, aunque suele rondar los 10-16 días, siendo la duración media de 13-14 días.

Uno de esos folículos que comenzaron a crecer en el ovario se hace “dominante”, alcanzando un tamaño determinado y rompiéndose, por estímulo de otra hormona liberada por la hipófisis, la LH, en la llamada ovulación. Se produce así la salida de un óvulo maduro de ese folículo que va a vivir unas 24-48 horas, pudiéndose fecundar en ese tiempo.

El folículo que rompió y queda en el ovario pasa a llamarse cuerpo lúteo y va a comenzar a secretar progesterona, dando comienzo a la fase lútea y/o secretora, generándose cambios en ese endometrio para estar bien preparado para recibir un posible embarazo (si el óvulo que se liberó fue fecundado y transportado a través de la trompa hasta la cavidad uterina). Esta fase suele ser más constante y dura aproximadamente 14 días.

Si no ocurre la implantación en el endometrio de un embarazo, el cuerpo lúteo pasados los días termina por reabsorberse, dejando de producir progesterona, lo que conlleva que ese tejido endometrial se desprenda junto con restos de sangre, comenzando la menstruación y con ello un nuevo ciclo.

Fig. 1   Esquema Ciclo Menstrual 

Esto es lo que ocurre a grandes rasgos a nivel ovárico y uterino, pero con los cambios hormonales que suceden, con esa producción de estrógenos predominante en la fase folicular y, tras ovular, el predominio de la progesterona en la fase lútea, se manifiesta todo un amplio abanico de cambios cíclicos a nivel físico, emocional y mental, con sus manifestaciones en la vida social, afectiva y productiva. Para que el ciclo menstrual tenga esa “ciclicidad” y sea saludable es fundamental la ovulación, ya que sin ella no habrá progesterona y no podrá darse la correcta fluctuación entre las distintas hormonas sexuales, lo que producirá muchas de las alteraciones que suelen verse en consulta.   

Fig. 2    Esquema hormonas sexuales

¿Cómo conocer mi ciclo menstrual?

Si te das cuenta, la vida está llena de ciclos (las estaciones, el ciclo lunar, el ciclo día-noche, el ciclo de las mareas…), y en general todos comparten una fase de apertura o renacimiento, y otra fase de recogimiento. Date el permiso, el espacio y el tiempo para observarte a todos los niveles (físico, psicológico, emocional, sexual, conductual, mental, etc.). Es el primer paso para cualquier tipo de conocimiento, el tuyo propio también.

Además de observarte, conviene tener unos conocimientos básicos, aprendiendo, consultando y leyendo sobre este tema con información de calidad, que hará más fácil identificar los cambios que se van sucediendo en nuestro cuerpo, e ir tomando consciencia de ellos.

Como herramienta práctica, quizás la mejor opción para conocer tu ciclo sea un diagrama menstrual. Seguir durante varios meses una especie de diario del ciclo menstrual e ir comparándolos conlleva un gran aprendizaje, sin lugar a dudas. Las aplicaciones pueden estar bien, pero vienen predeterminadas y en general dan poco espacio a nuestra creatividad. Hay muchos ejemplos de diagrama menstrual, pero lo mejor es que diseñes el tuyo propio, ya que los límites se los pones tú. Básicamente un diagrama consiste en un círculo con diferentes cuñas, generalmente una cuña para cada día del ciclo, en el que ir anotando lo que vayas percibiendo (más adelante explico cambios a observar), y cualquier cosa que te llame la atención por algún motivo (muchas mujeres incluso anotan la fase del ciclo lunar) y que, quizás ahora no seas consciente de ello, pueda tener relación con el momento del ciclo. Si usas iconos propios y distintos colores, para hacerlo más visual y atractivo, mejor todavía.

FIg. 3  Ejemplo de diagrama menstrual

Una herramienta también útil para conocer mejor nuestra menstruación puede ser utilizar, si te atrae la idea, la copa menstrual. La verdad es que no era algo que yo usara antes. Comencé hace relativamente poco, pero desde entonces me parece una herramienta más que recomendable, no solamente por ser más saludable, económica y sostenible, sino que creo que aporta un plus en el autoconocimiento el hecho de poder tener una visualización más directa del sangrado, percibiendo mejor su color, su textura, su cantidad. También creo que el hecho de tener que introducirla en la vagina y retirarla después puede favorecer la exploración de nuestra propia anatomía.  

Horizontal shot of hands putting together over white background indoors, holding clean white menstrual cup, choosing hygienic way during menstrual periods. Women and menstrual cycle concept.

¿Qué debo observar?

  1. DURACIÓN.

Respecto a la duración del ciclo menstrual (contando como ya mencioné desde el primer día de sangrado hasta el primer día del sangrado del siguiente ciclo), ésta suele ser entre 25-36 días. NO tiene que ser exactamente cada 28 días, como piensa todavía mucha gente, ni tienen que ser exactamente todos los ciclos del mismo número de días. Tiene que haber regularidad, pero nuestro cuerpo no tiene una exactitud matemática. Cada mujer tiene su propio patrón, y éste mismo puede ir variando en las diferentes épocas de la vida, por ejemplo, en los primeros años tras la primera menstruación (menarquia) o los años previos a la última menstruación (menopausia), donde es más habitual que haya ciclos anovulatorios (sin ovulación).

  • SANGRADO.

La duración aproximada de la menstruación en sí misma es de 2-7 días. Podrás observar que durante esos días el color del sangrado va variando (siendo de un rojo más intenso los primeros días y más marronáceo los últimos), la cantidad de sangrado de un día a otro (suele ser mayor el segundo o tercer día), incluso la textura.  En cuanto a la cantidad de sangrado, esto puede ser algo de difícil valoración, pero lo habitual es que sea una cantidad entre los 15-80ml, siendo la media de 30ml. Si hay síntomas como cansancio importante, mareo, palidez de las mucosas, entre otros, aunque no sepamos exactamente la cantidad del sangrado, podríamos sospechar que es abundante y que esté produciendo una anemia.

Fuera de los días de regla, no debería haber ningún tipo de sangrado (ocasionalmente hay mujeres que pueden tener un escaso sangrado alrededor de la ovulación, lo que se conoce como “spotting periovulatorio”, producido por una caída de estrógenos. Esto no sería motivo de preocupación).

  • DOLOR.

Durante la ovulación algunas mujeres perciben cierta molestia, generalmente en un lado del abdomen, pudiendo haber también un malestar abdominal difuso horas después, que debería ceder espontáneamente y no merece mayor preocupación. La menstruación puede generar ciertas molestias o sensaciones intensas a nivel abdominal y/o lumbar, a veces como una presión intensa, algún día previo a su inicio o los primeros días, pero desde luego NO debe doler. Cualquier dolor importante con la menstruación debe hacerte consultar, al igual que si sintieras dolor con las relaciones, al defecar, orinar, etc.

  • FLUJO VAGINAL.

A la vez que hay cambios cíclicos a nivel ovárico y endometrial, también suceden cambios a nivel del cuello del útero (cérvix) y de la vagina, por efecto de la fluctuación de estrógenos y progesterona. Estos cambios sobre todo se perciben a nivel del flujo vaginal. El flujo vaginal va cambiando según el momento del ciclo para favorecer o dificultar el paso de espermatozoides hacia la cavidad uterina y trompas, siendo más cremoso, blanco y seco antes de la regla y justo después, y mucho más elástico, transparente, similar a la clara de huevo, los días que rodean la ovulación. El flujo, como norma general, no deber tener mal olor y no debe ser de un color amarillento, verdoso, grisáceo o marronáceo. No debería ser grumoso tampoco ni tener texturas diferentes a las habituales. Saber reconocer un flujo vaginal sano es importante porque en caso contrario podríamos sospechar una alteración de la flora vaginal o una infección a ese nivel, además de que también puede ser de ayuda si estás buscando o evitando un embarazo, al poder reconocer el cambio de flujo en los días fértiles.

  • OTROS CAMBIOS FÍSICOS.

Es muy habitual también percibir cambios en las mamas durante el ciclo, aumentando la sensibilidad los días previos a la menstruación. También cambios en la piel, volviéndose más grasa y con tendencia al acné antes de la menstruación. En el apetito puede ser que notes cambios, con un aumento o disminución del mismo, o con preferencia por algún tipo de alimentos según el momento del ciclo. Incluso son habituales cambios en el hábito intestinal (tendiendo al estreñimiento o a la diarrea).

Existen muchos más cambios que pueden tener relación con el momento del ciclo menstrual, por eso es importante que cualquier cosa que te llame la atención la tengas en cuenta para poder comentarlo si fuera necesario.

  • CAMBIOS DEL ÁNIMO, COGNITIVOS Y CONDUCTUALES.

Si empiezas a prestar atención seguramente observes que en la primera mitad del ciclo estarás con más energía, con más capacidad de concentración y productividad, más sociable y comunicativa, te sientas más atractiva y con más deseo sexual, y esto irá en aumento hasta el día de la ovulación. En cambio, es probable que en la segunda mitad del ciclo entres en esa fase de recogimiento que culmina con la menstruación, en la que querrás estar más sola y tener más tiempo para ti, entres en un modo introspectivo, te sientas distraída, con poca energía, con las emociones a flor de piel. Todos estos cambios cíclicos son completamente normales, siempre y cuando sean saludables y no afecten gravemente a tu calidad de vida.  Conviene reconocerlos y darles espacio en tu vida, para así respetar y acompañar a tu naturaleza cíclica, y con ello poder reconectar y sacar lo mejor de ti misma en cada momento.

Estos cambios, aunque tengan características comunes y sigan una tendencia, son distintos en cada mujer, y también pueden variar de un ciclo a otro en una misma mujer.

¿Qué hago si percibo alteraciones en mi ciclo menstrual?

Si después de dedicarle un tiempo a la observación de tu patrón menstrual hay cosas que no te parecen que encajen dentro de lo que se considera un patrón cíclico regular y saludable, conviene que consultes con una especialista para una valoración completa.

Como ves, una alteración en el ciclo menstrual no consiste siempre y únicamente en la regularidad, sino que hay otros muchos aspectos a tener en cuenta, como son el dolor, la cantidad de sangrado, el flujo, y también los aspectos mentales y emocionales, que si interfieren y afectan a tu bienestar, habrá que revisarlos.

Es verdad que durante mucho tiempo (y todavía se ve) muchos ginecólogos, en lugar de estudiar a fondo las posibles causas de las alteraciones menstruales, las tomaban por “normales” o se dedicaban a pautar un tratamiento hormonal directamente para tratar los síntomas sin solucionar el problema de base (mejorándolos muchas veces pero en otras ocasiones empeorando o produciendo otros síntomas). Hoy en día esto está cambiando, afortunadamente, y el tratamiento hormonal está pasando a ser una opción más, no una especie de imposición. Cada vez más especialistas abordan el tema desde un punto de vista integral, teniendo en cuenta aspectos claves en un estilo de vida saludable, como son la alimentación, el ejercicio físico, la calidad del sueño, las relaciones afectivas o la gestión del estrés, entre otros, y que tanto influyen en la salud menstrual.

Muchas veces estas alteraciones pueden explicarse y solucionarse desde la consulta de ginecología, pero otras puede ser necesaria la intervención de otros especialistas, por ejemplo, en endocrinología, en nutrición, psicología, fisioterapia, etc. Para ello es necesario un enfoque multidisciplinar.

Gran parte de las alteraciones en el ciclo menstrual pueden mejorar o incluso corregirse con tu involucración, así que te animo a que trabajes en ello y pidas ayuda si lo consideras necesario.

Referencias:

Tratado de Obstetricia y ginecología. J.A. Usandizaga. P. de la Fuente.

Endocrinología Ginecológica Clínica y Esterilidad. Leon Speroff y Marc A. Fritz.

The normal menstrual cycle and the control of ovulation. Beverly g Reed MD, and Bruce R Carr, MD. 2018

The normal menstrual cycle in women. M Mihm, S Gangooly, S Muttukrishna. 2010.

Fig. 3  Ejemplo de Diagrama menstrual obtenido de agendamenstrual.wordpress.com