Esta mañana estuve charlando sobre este tema en mi cuenta de Instagram, @alumbramujer, y me parece tan interesante, que paso a dejar por escrito aquí las ideas principales, para quien pueda aportarle valor.

La vida sexual de una mujer cambia, indudablemente, tras el parto. El cuerpo, que se transformó para gestar, vuelve a cambiar drásticamente tras el alumbramiento. Un nuevo torbellino hormonal se desencadena, preparándose para criar fuera del útero y para recuperarse de todo lo vivido los meses previos y durante el parto. Con el cuerpo, también nuestra mente se modifica para ofrecer protección, cuidados y amor a nuestro bebé, entrando en una especie de enamoramiento que nos hace estar plenamente para nuestra criatura.

Si esa mujer está en pareja, indudablemente la vida sexual mutua cambia tras el nacimiento del bebé. Muchas veces se torna difícil entender la necesidad de cierto reajuste en la pareja, mucha empatía y comprensión.  Muchas veces, se pretenden retomar unas relaciones sexuales “como antes”, olvidando que ni la situación ni nosotras somos “como antes”. Y esto suele generar frustración y problemas. La comunicación, la comprensión y la empatía son claves para enriquecer nuestra vida sexual en esta etapa y llevarla a un lugar nuevo.

Por supuesto, cada pareja y su relación es única, cada parto es distinto y la experiencia del mismo todavía más, así como el puerperio y la crianza. Pero es muy frecuente que aparezcan ciertas condiciones y situaciones que puedan, sin ser por sí mismos un problema, desembocar en algunos si no se gestionan bien.

CAMBIOS EN ESTA ETAPA

Existen cambios físicos indudables. El propio embarazo es un torbellino hormonal que culmina en el tsunami que es el parto y postparto. Estos cambios hormonales luego difieren también según se opte por la lactancia materna o no. La elevación de la prolactina baja los estrógenos, y con ello puede bajar el deseo sexual. Además, la falta de sueño y agotamiento que implica el cuidado de un recién nacido contribuye a ello de manera muy significativa. Los cambios en el cuerpo, de todo tipo, generan en algunas mujeres un cierto rechazo hacia el mismo. Todo esto influye en nuestra mente y emociones.

Por eso, es inevitable hablar de los cambios emocionales y psicológicos que se dan tras el parto. Por supuesto, hablo siempre en general, cada una tiene su manera de experimentar todo, pero seguro que muchas podemos reconocernos en muchos aspectos que nombro.

En cuanto a los cambios emocionales, entramos en una especie de enamoramiento que hace que todo nuestro cuerpo y mente se centre en el bebé, quedando la pareja habitualmente en un segundo plano. Esto es naturaleza, y tiene todo el sentido para favorecer la supervivencia de la criatura. Nuestra ternura y cariño están plenamente entregados. El espacio mental (y el tiempo real, claro) que dedicamos a la vida sexual en pareja queda habitualmente muy relegado. No debemos tener miedo a esa inestabilidad, son etapas, cambios, que según cómo gestionemos, nos harán crecer y enriquecer como pareja y ahora familia, o nos harán entrar en problemas.

Por otro lado, muchas mujeres pueden tener miedo al dolor. A veces, por desgarros o episiotomías, otras, por la recuperación de una cirugía abdominal, como es la cesárea, o simplemente porque la experiencia del parto no fue lo amable que quisimos, etc. Este miedo es comprensible. También podemos encontrarnos con el miedo a quedarse embarazada nuevamente y, por todo ello, evitar tener relaciones sexuales.

No podemos olvidarnos de la cuestión social y cultural. En muchas ocasiones, es la pareja la que presiona a la mujer, pero en otras es ella misma la que se presiona por llegar a todo, se siente en la obligación de mantener la misma actividad sexual que antes, la “sociedad” espera eso de ella, pero ella no es la misma.

CÓMO ABORDAR LA SEXUALIDAD EN ESTA ETAPA

Antes que nada, es necesario entender que una sexualidad sana se construye en una misma, no a través de otro. La sexualidad es algo único, personal y propio, y que sea sana y placentera va de sentirse bien con el propio cuerpo, con los propios deseos, la identidad, la forma de expresarla… La sexualidad es dinámica, y cambia también en la medida que van cambiando otras cosas en nuestra vida, y más con algo tan trascendental como la maternidad.

En esta etapa tenemos que reencontrarnos con nosotras mismas como mujer, como mujer que ahora es madre, además de pareja. Creamos una nueva identidad, la materna, que no excluye quien éramos, sino que la enriquece y expande. Pero entender esto lleva también un tiempo. Paciencia. Conectar con una misma es clave para conectar luego nuevamente en pareja. Entendamos esto, expliquémoslo si es necesario, y busquemos esos espacios de conexión. A veces, puede ser con algo tan simple como un buen baño a solas un rato.

La comunicación y el respeto por los tiempos y ritmos de cada una es fundamental, ahora y siempre.

Respecto a las cuestiones físicas, muchas de ellas se irán recuperando con el paso del tiempo. En ocasiones, puede ser conveniente, al cabo de unos meses, una valoración por fisioterapia del suelo pélvico. Si la sequedad vaginal es un problema, siempre se puede usar un lubricante. Retomar las relaciones sexuales de manera gradual, sin presiones ni con sensación de complacer, sino desde el placer y deseo propio. Si retomamos las relaciones sexuales con penetración, es muy importante sentirnos en un ambiente relajado y propicio, mucha calma y consciencia, sin forzar nada y sabiendo que es importante parar si hay dolor. Tener relaciones con dolor no sólo no es placentero, sino que puede acarrear problemas mayores luego, como es el vaginismo.

La percepción hacia nuestro propio cuerpo tiene que ser desde una mirada de gratitud, por todo lo que hizo y está haciendo, y apreciarlo como nuestra mejor herramienta. Cuidarlo, mirarlo, tocarlo, conocerlo.

Favorecer también el deseo cuidando algo tan básico y necesario como el descanso. Y, a pesar del agotamiento, mantener una rutinaria actividad física nos hará sentir cada vez más plenas y fuertes.

Aprovechar la buena oportunidad que es esta etapa para entender que las relaciones sexuales son mucho más amplias que el coito, que el órgano sexual más extenso es la piel y el más potente el cerebro. Aprender a acercarse a la pareja de otras maneras es fundamental para generar conexión. Pero también es importante saber buscar apoyo en otras personas para poder tener esos momentos y espacios donde mirarse nuevamente como pareja.

La maternidad puede ser un camino muy solitario, aunque no debe serlo. Y la sexualidad en esta etapa, todavía más. Hablemos de ello, sin miedo, con naturalidad, y en espacios de confianza y seguridad. Contigo misma, con tu pareja, y con quien consideres. Existen, cada vez más, grupos de madres que se reúnen para compartir sus vivencias. Puede ser una muy buena opción. Hablar esclarece y allana el camino, en compañía todo es más ligero.

Te deseo que disfrutes este camino y que, en tu camino como mujer sexual y madre, sigas creciendo a tu ritmo y con placer.