La endometriosis es una enfermedad de la que cada vez se habla más, afortunadamente, ya que afecta aprox. a 1/10 mujeres y su síntoma principal es el dolor durante la menstruación (dismenorrea), aunque no el único. Durante tantos siglos se consideró normal padecer dolor durante la regla, debido al sesgo de género existente en Medicina, que no se investigó lo suficiente hasta hace bien poco, gracias a la lucha de miles de mujeres intentando visibilizar una patología que muchas veces conlleva estar incapacitada por dolor durante varios días al mes.

Aún así, a día de hoy queda muchísimo por saber al respecto, lograr un diagnóstico mejor y más rápido, así como tratamientos más eficaces e incluso definitivos.

La endometriosis consiste en tejido endometriósico (parecido al tejido que recubre al cavidad uterina por dentro, el endometrio) que se implanta fuera de esa cavidad, generalmente en la zona de la pelvis (trompas, ovarios, peritoneo, etc.). No sé sabe exactamente la causa, si bien hay diferentes hipótesis respecto a desarrollo. Lo que sí se sabe es que su origen es multifactorial, donde intervienen varios genes y también los factores ambientales que favorecerán el desarrollo de la enfermedad.

No hay una única forma de padecer endometriosis. A grandes rasgos, se clasifican en endometriosis superficial (suele verse a modo de manchas en distintas regiones de la cavidad abdominal, como por ejemplo en el peritoneo), ovárica (cuando generan los llamados “quistes de chocolote” en el ovario, porque si los rompemos podemos ver salir un contenido de aspecto similar al chocolate fundido, parte por esa sangre marronácea) y profunda (en este último caso, suele conllevar síntomas más severos).  

El diagnóstico muchas veces se retrasa por varios motivos. Por un lado, esa tendencia a normalizar el dolor menstrual, aunque de a poco esto va cambiando y somos más conscientes de que no debería doler intensamente la menstruación. Por otro lado, porque las pruebas de imagen tienen sus limitaciones, y no siempre es posible ver esos implantes endometriósicos, aunque sí pueden verse por ecografía quistes en los ovarios (si los hubiera), posibles cambios pélvicos (por ejemplo, ver los ovarios adheridos a la pared del útero), etc. Otro opción más allá de la ecografía es la resonancia magnética abdómino-pélvica, pero dado su coste y disponibilidad más limitada, no siempre se realiza. A día de hoy, la mejor sospecha de endometriosis nos la dará la clínica de la mujer, lo que cuente, lo que le ocurra, la exploración física y la ecografía, siempre realizada por profesionales que sepan del tema.

También sabemos que la endometriosis tiene una características determinadas. Es hormonodependiente, esto significa que de alguna manera las hormonas (estrógenos, progesterona) sirven de “alimento” de la enfermedad. Tiene un componente inflamatorio importante, existe un desequilibrio a favor del estrés oxidativo, entre otras características, y es a día de hoy una patología crónica. Estas características hacen que, cíclicamente, se produzca una inflamación de ese tejido endometriósico y como consecuencia, además del dolor característico, se vaya generando progresivamente fibrosis alrededor, adherencias, y en caso de no actuar y dejar que esto progrese, ese dolor puede convertirse en un dolor pélvico crónico, generando síntomas más allá de la menstruación y precisando probablemente un enfoque terapéutico distinto.

Aunque sea una enfermedad considerada benigna (en el sentido de que no es un cáncer), puede afectar de manera muy importante a la calidad de vida, principalmente por ese dolor durante la menstruación muchas veces incapacitante, que dificulta o impide las actividades cotidianas, y que no se calma con analgésicos habituales. Otros síntomas pueden ser dolor durante las relaciones (dispareunia), sobre todo en la penetración profunda, en ocasiones dolor al defecar e incluso al orinar, sangrados irregulares y, en ocasiones, afecta a la fertilidad.

Al no existir un tratamiento curativo a día de hoy, los objetivos del tratamiento irán dirigidos al control de los síntomas, a evitar la progresión de la enfermedad, prevenir recidivas y preservar la fertilidad.

Debido a ese origen multifactorial y la falta de tratamiento definitivo, el abordaje debe ser global y a largo plazo, dada la cronicidad y la posibilidad de progresión de esta patología.

La base del abordaje siempre debe contemplar el estilo de la vida y que, aunque suene repetitivo, es imprescindible que acompañe cualquier otro tipo de tratamiento. Dentro de eso que llamamos estilo de vida están la importancia del ejercicio físico rutinario, una adecuada alimentación rica en antioxidantes y antiinflamatoria, un buen descanso nocturno manteniendo ritmos circadianos, una vida social satisfactoria y, por supuesto, una adecuada gestión del estrés (tanto físico como psicológico).

A nivel farmacológico están los métodos hormonales y no hormonales (analgésicos principalmente). Los métodos hormonales no serán opción en mujeres que busquen embarazo, pero sí es una manera bastante eficaz de controlar síntomas, progresión y recidivas. Siempre y cuando los beneficios superen los riesgos, sean bien tolerados y lo desee la paciente.

Se tiende a evitar la cirugía a no ser que no haya mejoría con otro tipo de tratamientos o existan complicaciones, generalmente en casos de endometriosis profundas. Deben evitarse las múltiples intervenciones y ser realizada por especialistas en este tipo de patología.

En cuanto a opciones complementarias, la acupuntura parece aportar evidencia en cuanto a la mejoría del dolor, así como la toma de antioxidantes (por ejemplo la N-acetil-cisteína, ácido alfa-lipoico, etc.) y otros suplementos nutricionales (omega 3, vitamina D, etc.). Todo esto despierta cada vez más interés, necesitándose más y mejores estudios para valorar pautas, dosis, efecto a largo plazo, etc.  

El abordaje multidisciplinar es indiscutible, siempre individualizando la clínica, necesidades y contexto de la mujer. En muchas ocasiones es preciso un apoyo por parte de nutricionistas especializados en salud hormonal, por fisioterapeutas del suelo pélvico, en otras ocasiones también es necesario apoyo psicológico, de otras especialidades médicas además de la ginecología, etc.

La endometriosis está dejando de ser una enfermedad oculta gracias a toda la visibilización social que se le está dando. De a poco confío en que irán apareciendo más y mejores estudios que den claridad a la fisiopatología de esta enfermedad, y como consecuencia se ofrezcan mejores diagnósticos y tratamientos.

Si tienes dolor abdominal importante con la menstruación no siempre es endometriosis, pero siempre conviene que lo consultes para hacer una valoración y buscar posibles causas, que nos llevarán a tomar mejores decisiones y opciones para no vivir cada menstruación como si fuera una tortura. No tiene que ser así bajo ningún concepto. Te animo a que busques más allá y mejores tu calidad de vida, a día de hoy y en un futuro.

Referencias:

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